El «Castañón» es un «quincho»del círculo rojo que tuvo su apogeo en los años ’90. Allí, hubo un agasajo a Martín Cabrales con, sobre todo, empresarios invitados.
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“Charlas de quincho” fue una sección que creó Julio Ramos, fallecido dueño y director de Ámbito Financiero. En los menemistas años noventa, cada lunes, Las “Charlas…” eran de lectura obligatoria –y placentera por cierto–, porque describía al llamado “círculo rojo” empresario y político sobre todo, fuera de escenarios corporativos.
Con el poder mediático que Julio Ramos ostentó en esos años, y siendo parte del “círculo rojo” , tuvo acceso directo a mesas y espacios que le permitieron contar, describir, y a veces también operar, qué hablaban, qué opinaban, y demás, empresarios y políticos.
Y cuenta la historia, que dicho empresario periodístico, creó dicha sección y el nombre por el “quincho de los Guerrieri”, también llamado “Castañón”, por la calle donde tiene su acceso principal. Ubicado en el Bajo Flores, una zona de la capital porteña que no pareciera maridar con lo que se supone es el “circulo rojo”, los hermanos Mario y Roberto Guerrieri supieron reunir en su quincho a “los invitados de siempre” o los infaltables, esto es, amigos empresarios con los que compartían la pasión por el turf; y los invitados que se fueron sumando.
Durante mucho tiempo, las reuniones en el quincho de los Guerrieri eran solo para hombres con excepción de algunas invitadas, como Inés Lafuente –la hija de Amalita Fortabat–; Nelly Arrieta, quien fue coanfitriona de algunas cenas que se hicieron para juntar fondos para remodelar el Ocean, el famoso balneario de Mar del Plata; alguna vez estuvo Amalita, y también Mirtha Legrand quien, como nadie en Argentina, sí puede afirmar “Yo fui testigo”… de la Historia.
Los hermanos Mario y Roberto Guerrieri tienen una empresa líder en América Latina de fabricación de bolsas de papel. En el Bajo Flores, donde funcionó la primera fábrica, la reconvirtieron en un espacio donde el verde domina casi todo y en las construcciones que hay se ubica un amplio salón con una barra que envidiaría cualquier “bar notable”, luego el quincho propiamente dicho, y finalmente otro lugar con se ubicó una cava subterránea a la que pueden acceder hasta cinco personas. En toda la propiedad, queda de manifiesta la pasión por el turf que tienen los Guerrieri.
Fue en este particular quincho del Bajo Flores donde a uno de sus históricos invitados, Martín Cabrales, lo agasajaron porque hace unas semanas atrás la Ciudad de Buenos Aires lo nombró como personalidad destacada de la Cultura.También fue como encuentro de fin de año. Al agasajado le gustan poco los discursos, y menos darlos o que lo hagan sobre su persona.
La previa a la comida propiamente dicha hubo un generoso bandejeo en el salón donde la barra de bar mencionada, espacio que fue ocupada por Miguel Angel Broda, Adelmo Gabbi, Gustavo Weiss y un par más que hablaron no de economía ni de coyuntura política sino de las bondades que cierto criador de caballos había logrado con algunos de sus animales de carrera.
El resto de los que fueron llegando se ubicaron allí dentro o en el espacio alrededor de la piscina. Entre éstos estuvieron, por mencionar a varios, Juan Nápoli, Damián Pozzoli, Carlos Giovanelli, Guillermo Stanley, su yerno Federico Salvai, Tato Lanusse, Fabián Perechodnik, Miguel Sulichín, Rodolfo Smith Estrada, Pedro Aguirre Saravia, Guga Castagnino, Héctor Cavallero, Gino Bogani, Mariano Fragueiro, Máximo Petracchi, Cristian Ustariz, Lolo Longinotti, José Urtubey, Gabriel Martino, Roberto Hornos, el intendente Diego Valenzuela, Santos Uribellarrea, Luis Galli, Ignacio Gutiérrez Zaldívar (hijo), y Fares Yassir y Julio Glinternick Bitelli, respectivos embajadores de Marruecos y de Brasil.
A pesar de los mencionados, en las mesas pareció haber una consigna tácita para que la comida no se transforme en “minipolémicas en el bar” para analizar país, futuro, y demás. Sí se dieron esas charlas en la previa y después de la cena. Para muchos, esa cena fue la primera vez en el “quincho de los Guerrieri” así que se interesaron por saber su historia mientras acomodaban la idea que cómo esa propiedad estaba en un zona que la mayoría conoce desde la autopista 25 de Mayo cuando van de camino a Ezeiza.
Como sucedía antes, y se dio nuevamente surgieron anécdotas, inesperadas. Por ejemplo, un diario integrante de la Bolsa de Comercio recordó que Karina Milei había trabajado allí un tiempo y que ya en marzo de 2023 le había dicho que su hermano Javier sería presidente. También en la cena, varios se enteraron que Gino Bogani tiene un sobrino periodista, término filial usado en el sentido estricto y no en el que popularizó Manuel Mujica Lainez. En Mar del Plata y antes de mudarse a Buenos Aires, el diseñador tuvo una novia por largo tiempo que resultó ser la tía del Guillermo “Willy” Laborda. Terminada la relación y comenzada nueva vida en Buenos Aires, el vínculo de amistad continuó y el diseñador estima al periodista como un verdadero sobrino. Al margen, el detalle de color es que el hijo de esta ex novia, se parece a Gino Bogani.
En otra mesa, el CEO de una empresa relevante sorprendió con una información que podría incluirse en un programa de chimentos deportivos. Según comentó, el devenir del Manchester City se debía a que Pep Guardiola atravesaba una crisis terminal en su matrimonio. Esto que parece no mover el amperímetro corporativo local fue una noticia contada como primicia ante dos fans argentinos de ese club británico y de Guardiola. Antes de medianoche, sólo unos pocos se ubicaron en la antesala de la bodega para tomar el último trago, y cerrar así un agasajo que se suma a la historia de “Castañón”…del “quincho de los Guerrieri” ,en el Bajo Flores.
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Volvieron las «Charlas de Quincho», pero solo para agasajar a un empresario
https://www.perfil.com/noticias/elespia/quincho-guerrieri-en-bajo-flores-origen-charlas-de-quincho-agasajo-martin-cabrales.phtml